Oración: Jesús nos enseña a orar

Ejercicio de oración del taller de oración en la que seguimos indicaciones del Nuevo Testamento con las que Jesús nos enseña a orar.

Introducción

Proponemos un tiempo de oración basado en recomendaciones de Jesús para la oración. Se trata de 14 citas, el animador debe adaptarlo seleccionando de acuerdo al tiempo adecuado de oración para su grupo. Las citas pueden alternarse con cantos de oración que conozca el grupo.

Estructura de la oración

  1. Inicio de la oración: Jesús nos enseña a orar en comunidad, sabiendo que está presente (leemos 7), a orar en silencio, desde lo profundo de nuestro corazón (leemos 1 y 2). Vamos a hacer silencio en nuestro interior, sabiendo que está presente en medio de nosotros.
  2. Canto
  3. Lectura del Evangelio escogida por el animador
  4. Momento de peticiones: Jesús nos invita a ponernos en manos de Dios para pedirle por nuestras necesidades (leemos 9), pero también que esas peticiones busquen lo importante (leemos 10)
  5. Canto
  6. Acabamos dirigiéndonos a Dios tal y como Jesús nos propuso (3). Rezamos Padre Nuestro

Citas en las que Jesús nos enseña a orar

Estas citas pueden usarse a modo de fichas, escogiendo una o dos al azar para comenzar nuestra reunión de grupo.

Desde la propia interioridad

Cuando creáis, no hagáis como los hipócritas, que son amigos de rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas para exhibirse ante la gente. Ya han cobrado su paga. Tu, en cambio, cuando quieras rezar, entra en tu cuarto, echa la llave y rézale a tu Padre que esta allí en lo escondido: tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensara (Mt 5, 5-6).

Sin demasiadas palabras

Cuando recéis no seáis palabreros como los paganos que se imaginan que por hablar mucho les harán mas caso. No seáis como ellos, que vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que se lo pidáis (Mt 8, 7 -8).

Dirigiéndonos a un Dios que es Padre

Cuando creáis, decid: ¡Padre nuestro…! (Lc 11,2).

Llenos de fe y confianza

Os aseguro que si tuvierais una fe sin reservas, si le dijerais a ese monte quítate de ahí y tírate al mar lo haría. (Mt 21, 21).

En actitud humilde

Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo, el otro recaudador. El fariseo se planto y se puso a orar… de esta manera: Dios mío te doy gracias por no ser como los demás; ladrón, injusto, adultero, ni tampoco como este recaudador. Ayuno dos veces por semana  y pago el diezmo de todo lo que gano.
El recaudador, en cambio, se quedo a distancia y no se atrevía ni a levantar los ojos del cielo. No hacia mas que darse golpes de pecho diciendo: Dios mío, ten compasión de este pobre pecador.
Os digo que este bajo a su casa a bien con Dios y aquel no.  (Lc 18,  2)

Con insistencia

Suponed que uno de vosotros tiene un amigo y que llega a mitad de la noche diciendo:
– Amigo, préstame tres panes, que un amigo mío ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle.
Y que, desde dentro, el otro le responde:
– Déjame en paz; la puerta esta ya cerrada, los niños y yo estamos ya acostados; no puedo levantarme a dártelos.
Os digo que acabara por levantarse y darle lo que necesita, si no por ser amigos, al menos por librarse de su importunidad. (Lc 11, 8)

En comunidad, sabiendo que está presente

Os lo digo otra vez: Si aquí en la tierra dos de vosotros se ponen de acuerdo, cualquier asunto por el que pidan les resultara, por obra de mi Padre del cielo, pues donde están dos o tres reunidos apelando a mi allí en medio de ellos estoy yo. (Mt 18, 18-20)

Orar en verdad, desde el corazón

No basta con decirme: «¡Señor, Señor!». Para entrar en el Reino de Dios: no, hay que poner por obra la voluntad de mi Padre del Cielo. (Mt 7, 21)

Confiando en la bondad del Padre

Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá: porque todo el que pide recibe, el que busca encuentra y al que llama le abren.
O es que si a uno de vosotros  le pide su hijo un pan, ¿le va a dar una piedra ?
O si le pide un pescado, ¿le va a ofrecer una serpiente ?
Pues si vosotros, malos como sois, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto mas vuestro Padre del cielo se las dará a los que se las pidan! (Lc 12, 29-31)

Poniendo el esfuerzo en lo importante

No os preocupéis buscando qué comer y qué beber. Son los paganos quienes ponen su afán en esas cosas; ya sabe vuestro Padre que tenéis necesidad de eso. En cambio, buscad que él reine, y eso se os dará por añadidura. (Lc 12, 29-31).

Perdonando

Y cuando estéis de pie orando, perdonad lo que tengáis contra otros, para que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas. (Mc 11, 25).

Pidiendo también por nuestros enemigos

Si yendo a presentar tu ofrenda al altar, te acuerdas allí de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí en el altar , y ve primero a reconciliarte con tu hermano: vuelve entonces y presenta tu ofrenda.  (Mt 5 23-24).

Habéis oído lo mandado: «amaras a tu prójimo «… y odiaras a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen y calumnian. (Mt 5, 13-45)

Orando en su nombre

Quien cree en mi hará obras como las mismas y aun mejores. Porque yo me voy con el Padre , y lo que pidáis siguiendo mi nombre lo haré yo para que el Padre reciba gloria del Hijo: cualquier cosa que me pidáis alegando mi nombre os lo haré. (Jn 14, 12-14).

…y en unión con él

Yo soy la vid verdadera, mi Padre es el labrador. Todo sarmiento mío que me da fruto lo corta. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos… pedid lo que queráis, que se cumplirá.  (Jn 15, 1)

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