Mensaje del Papa a los Jóvenes para la JMJ 2023

Mensaje del Papa para la XXXVIII JMJ de 2023 con el lema «Alegres en la esperanza» (cf. Rm 12,12)

El papa dirige un mensaje o carta a los jóvenes con motivo de la celebración de Jornada Mundial de la Juventud. La XXXVIII JMJ se celebró el 26 de noviembre de 2023 (festividad de Cristo Rey) con el lema «Alegres en la esperanza». Esta jornada era de celebración diocesana.

Puedes descargar el mensaje del Papa de la JMJ 2023 como pdf junto con una propuesta de reflexión. También está accesible en la página oficial con los mensajes de cada año.

A continuación ofrecemos una selección de alguno de los textos de la carta y una serie de propuestas para trabajarla en grupo.

El mensaje de la JMJ del 2023 puede ser utilizado en los grupos más allá de la celebración de la JMJ ya que es un buen texto para trabajar el tema de la alegría y la esperanza que vienen del Evangelio.

¿De dónde viene la alegría?

“Alegres en la esperanza” (cf. Rm 12,12) es una exhortación de san Pablo a la comunidad de Roma, que se encuentra en un período de dura persecución.

En realidad, la “alegría en la esperanza” predicada por el Apóstol brota del misterio pascual de Cristo, de la fuerza de su resurrección. No es fruto del esfuerzo humano, del ingenio o del arte.

Es la alegría que nace del encuentro con Cristo. La alegría cristiana viene de Dios mismo, del sabernos amados por Él.

¿Dónde está mi esperanza?

La juventud es un tiempo lleno de esperanzas y sueños, alimentado por las hermosas realidades que enriquecen nuestras vidas: el esplendor de la creación, las relaciones con nuestros seres queridos y los amigos, las experiencias artísticas y culturales, los conocimientos científicos y técnicos, las iniciativas que promueven la paz, la justicia y la fraternidad, y así sucesivamente.

Sin embargo, vivimos en una época en la que, para muchos, incluidos los jóvenes, la esperanza parece ser la gran ausente. Muchos de vuestros coetáneos que, lamentablemente, viven experiencias de guerra, violencia, acoso escolar y otros tipos de dificultades se ven afligidos por la desesperación, el miedo y la depresión. Se sienten como encerrados en una prisión oscura, incapaces de ver los rayos del sol.

Esto queda dramáticamente demostrado por el alto número de suicidios entre los jóvenes en varios países. En un contexto así, ¿cómo se puede experimentar la alegría y la esperanza de las que habla san Pablo?

Frente a los dramas de la humanidad, sobre todo ante el sufrimiento de los inocentes, también nosotros, como rezamos en algunos salmos, le preguntamos al Señor: “¿Por qué?”. Pues bien, nosotros podemos ser parte de la respuesta de Dios. Creados por Él a su imagen y semejanza, podemos ser expresión de su amor, que hace nacer la alegría y la esperanza, incluso allí donde parece imposible.

Me viene a la mente el protagonista de la película “La vida es bella”, un joven padre que, con delicadeza e imaginación, consigue convertir la dura realidad en una especie de aventura y de juego, dando así a su hijo “ojos de esperanza”, protegiéndolo de los horrores del campo de concentración, defendiendo su inocencia e impidiendo que la maldad humana le robe el futuro.

Pero no se trata de historias inventadas. Es lo que vemos en la vida de tantos santos, que han sido testigos de esperanza incluso en medio de la más cruel perversidad humana. Pensemos en san Maximiliano María Kolbe, en santa Josefina Bakhita, o en los beatos cónyuges Józef y Wiktoria Ulma con sus siete hijos.

La esperanza, luz que brilla en la noche

En la tradición cristiana del Triduo pascual, el Sábado Santo es el día de la esperanza. Entre el Viernes Santo y el Domingo de Resurrección, es como un punto intermedio entre la desesperación de los discípulos y su alegría pascual. Es el lugar donde nace la esperanza.

Ese día, la Iglesia conmemora en silencio el descenso de Cristo a los infiernos. Lo podemos ver representado de forma pictórica en muchos iconos, que nos muestran a Cristo resplandeciente de luz bajando a las tinieblas más profundas y atravesándolas. Y es así: Dios no se queda a mirar con compasión nuestras zonas de muerte o a llamarnos desde lejos, sino que entra en nuestras experiencias de infierno como una luz que brilla en las tinieblas y las vence.

Si lo pensamos bien, esta era la esperanza de la Virgen María, que se mantuvo fuerte junto a la cruz de Jesús, segura de que la “victoria” estaba cerca. María es la mujer de la esperanza, la Madre de la esperanza.

La esperanza cristiana no es un fácil optimismo, ni un placebo para incautos. Es la certeza, arraigada en el amor y la fe, de que Dios no nos deja nunca solos y mantiene su promesa: «Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal, porque tú estás conmigo» (Sal 23,4). La esperanza cristiana no es negación del dolor y de la muerte, sino celebración del amor de Cristo Resucitado que está siempre con nosotros, aun cuando nos parezca lejano. «Cristo mismo es para nosotros la gran luz de esperanza y de guía en nuestra noche, porque Él es “la estrella radiante de la mañana” (Ap 22,16)»

Alimentar la esperanza

Cuando la chispa de la esperanza se ha encendido en nosotros, a veces corremos el riesgo de que se apague por las preocupaciones, los miedos y las cargas de la vida cotidiana. Pero una chispa necesita aire para seguir brillando y resurgir en un gran fuego de esperanza. Es la brisa suave del Espíritu Santo la que alimenta la esperanza; pero también nosotros podemos ayudar a alimentarla de varias maneras.

La esperanza se alimenta con la oración. Rezando se custodia y se renueva la esperanza. Rezando mantenemos encendida la chispa de la esperanza. «La oración es la primera fuerza de la esperanza. Tú rezas y la esperanza crece, avanza». Rezar es como subir a gran altitud; cuando estamos en el suelo, muchas veces no podemos ver el sol porque el cielo está cubierto de nubes. Pero si nos elevamos por encima de las nubes, la luz y el calor del sol nos envuelven; y en esta experiencia encontramos la certeza de que el sol está siempre presente, aun cuando todo se vea gris.

Queridos jóvenes, cuando las espesas nieblas del miedo, la duda y la opresión los rodeen, y no logren ver el sol, sigan el sendero de la oración. Porque «cuando ya nadie me escucha, Dios todavía me escucha». Ante las angustias que nos asaltan, tomémonos cada día un tiempo para descansar en Dios: «Sólo en Dios descansa mi alma, de él me viene la esperanza» (Sal 62,6).

La esperanza se alimenta con nuestras elecciones diarias. La invitación a alegrarse en la esperanza, que san Pablo dirige a los cristianos de Roma (cf. Rm 12,12), exige hacer elecciones muy concretas en la vida de cada día.

Por eso, los exhorto a elegir un estilo de vida cimentado en la esperanza. Les pongo un ejemplo: en las redes sociales parece más fácil compartir malas noticias que noticias esperanzadoras. Por lo tanto, les hago una propuesta concreta: traten de compartir cada día una palabra de esperanza.

Conviértanse en sembradores de esperanza en la vida de sus amigos y de todos aquellos que los rodean. En efecto, “la esperanza es humilde, y es una virtud que debe trabajarse ―digamos así― todos los días […]. Todos los días es necesario recordar que tenemos la garantía, que es el Espíritu que trabaja en nosotros por medio de cosas pequeñas”

Encender la antorcha de la esperanza

A veces, ustedes salen de noche con sus amigos y, si está oscuro, encienden la linterna del smartphone para alumbrar. En los grandes conciertos, miles de ustedes mueven estas luminarias modernas al ritmo de la música, creando una escena sugestiva. De noche, la luz permite ver las cosas de manera nueva; incluso en la oscuridad emerge una dimensión de belleza. Lo mismo sucede con la luz de la esperanza, que es Cristo. Por Él, por su resurrección, nuestra vida es iluminada. Con Él vemos todo bajo una nueva luz.  

Animado por la esperanza divina, el cristiano está lleno de una alegría distinta, que le sale de dentro. Hay y habrá siempre retos y dificultades, pero si tenemos una esperanza “llena de fe”, los afrontamos sabiendo que no tienen la última palabra, y nosotros mismos nos convertimos en una pequeña antorcha de esperanza para los demás.

Cada uno de ustedes puede serlo también, en la medida en que su fe se haga concreta, apegada a la realidad y a las historias de los hermanos y las hermanas.

Pensemos en los discípulos de Jesús, que un día, en un monte elevado, lo vieron resplandecer con luz gloriosa. Si se hubieran quedado ahí arriba, habría sido un momento hermoso para ellos, pero los demás habrían sido excluidos. Era necesario que bajaran.

No debemos huir del mundo, sino amar a nuestro tiempo, en el que Dios nos ha puesto no sin razón. Sólo podemos ser felices compartiendo con los hermanos y hermanas la gracia recibida, que el Señor nos regala día tras día.

Queridos jóvenes, no tengan miedo de compartir con todos la esperanza y la alegría de Cristo Resucitado. La chispa que se ha encendido en ustedes, cuídenla, pero al mismo tiempo dónenla: se darán cuenta de que crecerá. No podemos guardar la esperanza cristiana sólo para nosotros mismos, como un bonito sentimiento, porque está destinada a todos.

Acérquense en particular a aquellos de sus amigos que aparentemente sonríen, pero que por dentro lloran, pobres de esperanza. No se dejen contagiar por la indiferencia y el individualismo. Permanezcan abiertos, como canales por los que la esperanza de Cristo pueda fluir y difundirse en los ambientes donde viven.

«Vive Cristo, esperanza nuestra, y Él es la más hermosa juventud de este mundo». Así les escribí hace casi cinco años, después del Sínodo de los Jóvenes. Los invito a todos, especialmente a quienes están comprometidos en la pastoral juvenil, a tomar de nuevo en sus manos el Documento Final de 2018 y la Exhortación apostólica Christus vivit. Ha llegado el momento de hacer juntos un balance y trabajar con esperanza por la plena aplicación de aquel inolvidable Sínodo.

Encomendemos toda nuestra vida a María, Madre de la Esperanza. Ella nos enseña a llevar en nosotros a Jesús, nuestra alegría y esperanza, y a darlo a los demás. Buen camino, queridos jóvenes. Los bendigo y los acompaño con la oración. Y, por favor, ustedes también recen por mí.

10 puntos principales del mensaje del Papa jóvenes de la JMJ 2023

Son muchas las ideas interesantes que desarrolla el mensaje del Papa, destacamos las más importantes:

  1. La alegría cristiana viene de Dios mismo, del sabernos amados por Él.
  2. Vivimos en una época en la que, para muchos, incluidos los jóvenes, la esperanza parece ser la gran ausente. Nosotros podemos ser parte de la respuesta de Dios. Podemos ser expresión de su amor, que hace nacer la alegría y la esperanza.
  3. Lo vemos en la vida de tantos santos, que han sido testigos de esperanza incluso en medio de la más cruel perversidad humana.
  4. El Sábado Santo es el lugar donde nace la esperanza. Dios entra en nuestras experiencias de infierno como una luz que brilla en las tinieblas y las vence.
  5. María es la mujer de la esperanza, la Madre de la esperanza. Se mantuvo fuerte junto a la cruz de Jesús, segura de que la “victoria” estaba cerca.
  6. La brisa suave del Espíritu Santo la que alimenta la esperanza. La esperanza se alimenta con la oración.
  7. La esperanza se alimenta con nuestras elecciones diarias. Conviértanse en sembradores de esperanza en la vida de sus amigos y de todos aquellos que los rodean.
  8. Con la luz de la esperanza, que es Cristo, por Él, por su resurrección, nuestra vida es iluminada. Con Él vemos todo bajo una nueva luz.
  9. No debemos huir del mundo, sino amar a nuestro tiempo, en el que Dios nos ha puesto.
  10. No tengan miedo de compartir con todos la esperanza y la alegría de Cristo Resucitado

Preguntas y propuestas para la reflexión del mensaje de la JMJ 2023

Ante el mensaje que dirige el Papa a los jóvenes en esta JMJ de 2023, y una vez leído, podemos plantearnos estas preguntas a modo de reflexión, para compartirlas en grupo y enriquecernos mutuamente:

  • ¿Cuántos signos de esperanza veo a mi alrededor? ¿Cuántos signos negativos?
  • ¿Conozco los ejemplos de vida que presenta el Papa: san Maximiliano María Kolbe, en santa Josefina Bakhita, o en los beatos cónyuges Józef y Wiktoria Ulma? Escoge uno para investigarlo.
  • Durante una semana voy a fijarme en los momentos en que me siento más alegre ¿por qué se produce? La fuente de mi alegría de qué depende. ¿Me alegro por cuestiones de hondura o son superficiales? ¿Puedo hace algo para mantener eso que me da alegría?
  • ¿Qué acciones sugiere el texto para profundizar en mi propia alegría y esperanza? Prepara un plan semanal

El mensaje de la JMJ del 2023 puede ser utilizado en los grupos más allá de la celebración de la JMJ ya que es un buen texto para trabajar el tema de la alegría y la esperanza que vienen del Evangelio.

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