Mensaje del papa Francisco para el 2024

Aunque el Papa Francisco no escribe directamente un mensaje pensando únicamente en el año 2024, vamos a resumir los principales puntos de sus mensajes de las celebraciones de Nochebuena, Navidad, Santa María Madre de Dios y la Epifanía.

Propuestas del mensaje del papa Francisco para este año 2024

Reconocer a Dios que se encarna en lo débil del mundo

Vivimos un mundo un mundo que busca el poder y la fuerza, la fama y la gloria, donde todo se mide con los éxitos y los resultados, con las cifras y los números, pero nuestro Dios elige entrar en lo débil del mundo.

Evitemos la imagen del dios iracundo que castiga. Dios no combate las injusticias desde lo alto con la fuerza, sino desde abajo con el amor; no irrumpe con un poder sin límites, sino que desciende a nuestros límites; no evita nuestras fragilidades, sino que las asume

El mensaje de Jesucristo es incompatible a la lógica de la guerra, la búsqueda del poder, de la imposición… No podemos seguir al mismo tiempo al no es el dios del beneficio y al Dios del amor.

Dios desea tanto abrazar nuestra existencia que, siendo infinito, por nosotros se hace finito; siendo grande, se hace pequeño; siendo justo, vive nuestras injusticias.

En busca de una verdadera felicidad

La felicidad que nos ofrece Dios no es la felicidad pasajera del mundo, ni la alegría de la diversión, sino una “gran” alegría, porque nos hace “grandes”.

Tenemos una vida de elección, Dios nos respeta hasta el punto de permitirnos rechazarlo.

La propuesta del Dios de Jesús no implica usar una varita mágica, no es el dios comercial del «todo y ahora mismo»; no nos salva pulsando un botón, sino que se acerca para cambiar la realidad desde dentro. Y, sin embargo, ¡qué arraigada está en nosotros la idea mundana de un dios alejado y controlador, rígido y poderoso, que ayuda a los suyos a imponerse sobre los demás! Pero no es así, Él ha nacido para todos.

Él borra el pecado cargándolo sobre sí, que no quita el dolor, sino que lo transforma; que no elimina los problemas de nuestra vida, sino que da a nuestras vidas una esperanza más grande que los problemas”.

Oración, contemplación, adoración.

En los relatos del nacimiento de Jesús solo unos pocos supieron reconocerle y permanecer con la mirada fija en él, con el corazón dirigido hacia Él. Sin hablar, solo adorando. Redescubramos la adoración, porque adorar no es perder el tiempo, sino permitirle a Dios que habite en nuestro tiempo. Es hacer que florezca en nosotros la semilla de la encarnación, es colaborar con la obra del Señor.

En nuestra oración de intercesión pidamos constantemente por la paz, recordando los lugares de violencia, y las guerras que olvidamos una vez dejan de estar en primera plana de las noticias.

Abrir nuestro corazón al Salvador

A Dios le interesa todo de nosotros, porque nos ama hasta el punto de considerarnos más valiosos que cualquier otra cosa. Tú no eres un número, sino un rostro; tu nombre está escrito en su corazón. Jesús no espera de ti tus resultados exitosos, sino tu corazón abierto y confiado. Y tú en Él redescubrirás quién eres: un hijo amado de Dios, una hija amada de Dios. El Señor vino a la luz para iluminar tu vida y sus ojos brillan de amor por ti.

Vivir buscando y construyendo la paz

La libertad y la convivencia pacífica se ven amenazadas cuando los seres humanos cedemos a la tentación del egoísmo, del interés propio, del afán de lucro y de la sed de poder. El amor, en cambio, está hecho de respeto y bondad: rompe barreras y ayuda a vivir relaciones fraternas, a construir sociedades más justas y humanas, más pacíficas.

Encomendar el año 2024 a María

María, que conoce nuestras necesidades, apresura también para nosotros el desbordamiento de la gracia y lleva nuestras vidas hacia la plenitud. Todos nosotros tenemos carencias, soledades, vacíos que necesitan ser colmados. Así, cuando estamos tentados de encerrarnos en nosotros mismos, acudimos a ella; cuando no logramos desenredarnos de los nudos de la vida, buscamos refugio en ella. Nuestro tiempo, vacío de paz, necesita de una Madre que vuelva a reunir a la familia humana. Miremos a María para ser constructores de unidad, y hagámoslo con su creatividad de Madre, que cuida de sus hijos, los congrega y los consuela, escucha sus penas y enjuga sus lágrimas

Confiemos el nuevo año a la Madre de Dios. Consagrémosle nuestra vida. Ella, con ternura, sabrá revelar su plenitud; porque nos conducirá a Jesús, y Jesús es la plenitud del tiempo, de todo tiempo, de nuestro tiempo.

Que este año esté lleno de la consolación del Señor; que este año esté colmado de la ternura materna de María, la Santa Madre de Dios.

Foto de Vida Nueva