Lecturas Domingo de Ramos (A). 2 de abril de 2023

Lecturas (primera, segunda y evangelio) del Domingo de Ramos de 2023: 2 de abril de 2023 (Ciclo A). Además de las lecturas completas, añadimos un pequeño comentario y preguntas para la reflexión. Completamos las lecturas de cuaresma de este año 2023.

En las lecturas del Domingo de Ramos se lee completo el relato de la pasión y muerte de uno de los evangelios (según el año leemos a Marcos, Mateo o Lucas), en 2023 a Mateo. El evangelio es la única lectura que cambia del Domingo de Ramos de año en año, el resto son siempre las mismas.

Primera Lectura: Lectura del libro de Isaías (Is 50,4-7)

 4El Señor Dios me ha dado una lengua de discípulo;
para saber decir al abatido una palabra de aliento.
Cada mañana me espabila el oído,
para que escuche como los discípulos.

 5El Señor Dios me abrió el oído;
yo no resistí ni me eché atrás.
 6Ofrecí la espalda a los que me golpeaban,
las mejillas a los que mesaban mi barba;
no escondí el rostro ante ultrajes y salivazos.

 7El Señor Dios me ayuda,
por eso no sentía los ultrajes;
por eso endurecí el rostro como pedernal,
sabiendo que no quedaría defraudado.

Salmo 21

Sal 21,2a.8-9.17-18a.19-20.23-24

R/. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

8Al verme, se burlan de mí,
hacen visajes, menean la cabeza: 
9«Acudió al Señor, que lo ponga a salvo;
que lo libre si tanto lo quiere».

17Me acorrala una jauría de mastines,
me cerca una banda de malhechores;
me taladran las manos y los pies, 
18puedo contar mis huesos. 

19Se reparten mi ropa,
echan a suerte mi túnica. 
20Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. 

23Contaré tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré. 
24Fieles del Señor, alabadlo;
linaje de Jacob, glorificadlo;
temedlo, linaje de Israel; 

Segunda lectura: Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (Flp 2,6-11)

 6Hermanos.
Jesucristo, siendo de condición divina,
no retuvo ávidamente el ser igual a Dios; 
7al contrario, se despojó de sí mismo
tomando la condición de esclavo,
hecho semejante a los hombres.

Y así, reconocido como hombre por su presencia,
 8se humilló a sí mismo,
hecho obediente hasta la muerte,
y una muerte de cruz. 

9Por eso Dios lo exaltó sobre todo
y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre; 
10de modo que al nombre de Jesús
toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo, 
11y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor,
para gloria de Dios Padre. 

Evangelio: Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo (Mt 26,14 – 27,66)

14En aquel tiempo uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes 15y les propuso: «¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego?». Ellos se ajustaron con él en treinta monedas de plata. 16Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo. 

Pascua

17El primer día de los Ácimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?». 18Él contestó: «Id a la ciudad, a casa de quien vosotros sabéis, y decidle: “El Maestro dice: mi hora está cerca; voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos”». 19Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. 

20Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. 21Mientras comían dijo: «En verdad os digo que uno de vosotros me va a entregar». 22Ellos, muy entristecidos, se pusieron a preguntarle uno tras otro: «¿Soy yo acaso, Señor?». 23Él respondió: «El que ha metido conmigo la mano en la fuente, ese me va a entregar. 24El Hijo del hombre se va como está escrito de él; pero, ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado!, ¡más le valdría a ese hombre no haber nacido!». 25Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: «¿Soy yo acaso, Maestro?». Él respondió: «Tú lo has dicho». 

Eucaristía

26Mientras comían, Jesús tomó pan y, después de pronunciar la bendición, lo partió, lo dio a los discípulos y les dijo: «Tomad, comed: esto es mi cuerpo». 27Después tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias y dijo: «Bebed todos; 28porque esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados. 29Y os digo que desde ahora ya no beberé del fruto de la vid hasta el día que beba con vosotros el vino nuevo en el reino de mi Padre». 30Después de cantar el himno salieron para el monte de los Olivos. 

31Entonces Jesús les dijo: «Esta noche os vais a escandalizar todos por mi causa, porque está escrito: “Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño”. 32Pero cuando resucite, iré delante de vosotros a Galilea». 33Pedro replicó: «Aunque todos caigan por tu causa, yo jamás caeré». 34Jesús le dijo: «En verdad te digo que esta noche, antes de que el gallo cante, me negarás tres veces». 35Pedro le replicó: «Aunque tenga que morir contigo, no te negaré». Y lo mismo decían los demás discípulos. 

Oración en el huerto

36Entonces Jesús fue con ellos a un huerto, llamado Getsemaní, y dijo a los discípulos: «Sentaos aquí, mientras voy allá a orar». 37Y llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a sentir tristeza y angustia. 38Entonces les dijo: «Mi alma está triste hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo». 39Y adelantándose un poco cayó rostro en tierra y oraba diciendo: «Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz. Pero no se haga como yo quiero, sino como quieres tú». 40Y volvió a los discípulos y los encontró dormidos. Dijo a Pedro: «¿No habéis podido velar una hora conmigo? 41Velad y orad para no caer en la tentación, pues el espíritu está pronto, pero la carne es débil». 

42De nuevo se apartó por segunda vez y oraba diciendo: «Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad». 43Y viniendo otra vez, los encontró dormidos, porque sus ojos se cerraban de sueño. 44Dejándolos de nuevo, por tercera vez oraba repitiendo las mismas palabras. 45Volvió a los discípulos, los encontró dormidos y les dijo: «Ya podéis dormir y descansar. Mirad, está cerca la hora y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. 46¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el que me entrega». 

El arresto

47Todavía estaba hablando, cuando apareció Judas, uno de los Doce, acompañado de un tropel de gente, con espadas y palos, enviado por los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. 48El traidor les había dado esta contraseña: «Al que yo bese, ese es: prendedlo». 49Después se acercó a Jesús y le dijo: «¡Salve, Maestro!». Y lo besó. 50Pero Jesús le contestó: «Amigo, ¿a qué vienes?». Entonces se acercaron a Jesús y le echaron mano y lo prendieron.

 51Uno de los que estaban con él agarró la espada, la desenvainó y de un tajo le cortó la oreja al criado del sumo sacerdote. 52Jesús le dijo: «Envaina la espada: que todos los que empuñan espada, a espada morirán. 53¿Piensas tú que no puedo acudir a mi Padre? Él me mandaría enseguida más de doce legiones de ángeles. 54¿Cómo se cumplirían entonces las Escrituras que dicen que esto tiene que pasar?». 

55Entonces dijo Jesús a la gente: «¿Habéis salido a prenderme con espadas y palos como si fuera un bandido? A diario me sentaba en el templo a enseñar y, sin embargo, no me prendisteis. 56Pero todo esto ha sucedido para que se cumplieran las Escrituras de los profetas». En aquel momento todos los discípulos lo abandonaron y huyeron. 

Jesús ante el Consejo

57Los que prendieron a Jesús lo condujeron a casa de Caifás, el sumo sacerdote, donde se habían reunido los escribas y los ancianos. 58Pedro lo seguía de lejos hasta el palacio del sumo sacerdote y, entrando dentro, se sentó con los criados para ver cómo terminaba aquello.

 59Los sumos sacerdotes y el Sanedrín en pleno buscaban un falso testimonio contra Jesús para condenarlo a muerte 60y no lo encontraban, a pesar de los muchos falsos testigos que comparecían. Finalmente, comparecieron dos 61que declararon: «Este ha dicho: “Puedo destruir el templo de Dios y reconstruirlo en tres días”». 62El sumo sacerdote se puso en pie y le dijo: «¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que presentan contra ti?». 63Pero Jesús callaba. Y el sumo sacerdote le dijo: «Te conjuro por el Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios». 

64Jesús le respondió: «Tú lo has dicho. Más aún, yo os digo: desde ahora veréis al Hijo del hombre sentado a la derecha del Poder y que viene sobre las nubes del cielo». 65Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras diciendo: «Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. 66¿Qué decidís?». Y ellos contestaron: «Es reo de muerte». 67Entonces le escupieron a la cara y lo abofetearon; otros lo golpearon 68diciendo: «Haz de profeta, Mesías; dinos quién te ha pegado». 

Negaciones de Pedro

69Pedro estaba sentado fuera en el patio y se le acercó una criada y le dijo: «También tú estabas con Jesús el Galileo». 70Él lo negó delante de todos diciendo: «No sé qué quieres decir». 71Y al salir al portal lo vio otra y dijo a los que estaban allí: «Este estaba con Jesús el Nazareno». 72Otra vez negó él con juramento: «No conozco a ese hombre». 73Poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro: «Seguro; tú también eres de ellos, tu acento te delata». 74Entonces él se puso a echar maldiciones y a jurar diciendo: «No conozco a ese hombre». Y enseguida cantó un gallo. 75Pedro se acordó de aquellas palabras de Jesús: «Antes de que cante el gallo me negarás tres veces». Y saliendo afuera, lloró amargamente.

Conducido a Pilato

1Al hacerse de día, todos los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron para preparar la condena a muerte de Jesús. 2Y atándolo lo llevaron y lo entregaron a Pilato, el gobernador. 

Muerte de Judas

3Entonces Judas, el traidor, viendo que lo habían condenado, se arrepintió y devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y ancianos 4diciendo: «He pecado entregando sangre inocente». Pero ellos dijeron: «¿A nosotros qué? ¡Allá tú!». 5Él, arrojando las monedas de plata en el templo, se marchó; y fue y se ahorcó. 

6Los sacerdotes, recogiendo las monedas de plata, dijeron: «No es lícito echarlas en el arca de las ofrendas porque son precio de sangre». 7Y, después de discutirlo, compraron con ellas el Campo del Alfarero para cementerio de forasteros. 8Por eso aquel campo se llama todavía «Campo de Sangre». 9Así se cumplió lo dicho por medio del profeta Jeremías: «Y tomaron las treinta monedas de plata, el precio de uno que fue tasado, según la tasa de los hijos de Israel, 10y pagaron con ellas el Campo del Alfarero, como me lo había ordenado el Señor». 

Jesús ante Pilato

11Jesús fue llevado ante el gobernador, y el gobernador le preguntó: «¿Eres tú el rey de los judíos?». Jesús respondió: «Tú lo dices». 12Y mientras lo acusaban los sumos sacerdotes y los ancianos no contestaba nada. 13Entonces Pilato le preguntó: «¿No oyes cuántos cargos presentan contra ti?». 14Como no contestaba a ninguna pregunta, el gobernador estaba muy extrañado. 

15Por la fiesta, el gobernador solía liberar un preso, el que la gente quisiera. 16Tenía entonces un preso famoso, llamado Barrabás. 17Cuando la gente acudió, dijo Pilato: «¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, a quien llaman el Mesías?». 18Pues sabía que se lo habían entregado por envidia. 19Y mientras estaba sentado en el tribunal, su mujer le mandó a decir: «No te metas con ese justo porque esta noche he sufrido mucho soñando con él». 

20Pero los sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús. 21El gobernador preguntó: «¿A cuál de los dos queréis que os suelte?». Ellos dijeron: «A Barrabás». 22Pilato les preguntó: «¿Y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?». Contestaron todos: «Sea crucificado». 23Pilato insistió: «Pues, ¿qué mal ha hecho?». Pero ellos gritaban más fuerte: «¡Sea crucificado!». 

24Al ver Pilato que todo era inútil y que, al contrario, se estaba formando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos ante la gente, diciendo: «Soy inocente de esta sangre. ¡Allá vosotros!». 25Todo el pueblo contestó: «¡Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!». 26Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran. 

La burla de los soldados

27Entonces los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la cohorte: 28lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura 29y trenzando una corona de espinas se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y doblando ante él la rodilla, se burlaban de él diciendo: «¡Salve, rey de los judíos!». 30Luego le escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella la cabeza. 31Y terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar. 

La crucifixión

32Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a llevar su cruz. 33Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota (que quiere decir lugar de «la Calavera»), 34le dieron a beber vino mezclado con hiel; él lo probó, pero no quiso beberlo. 35Después de crucificarlo, se repartieron su ropa echándola a suertes 36y luego se sentaron a custodiarlo. 37Encima de la cabeza colocaron un letrero con la acusación: «Este es Jesús, el rey de los judíos». 

38Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda. 39Los que pasaban, lo injuriaban, y meneando la cabeza, 40decían: «Tú que destruyes el templo y lo reconstruyes en tres días, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, baja de la cruz». 41Igualmente los sumos sacerdotes con los escribas y los ancianos se burlaban también diciendo: 42«A otros ha salvado y él no se puede salvar. ¡Es el Rey de Israel!, que baje ahora de la cruz y le creeremos. 43Confió en Dios, que lo libre si es que lo ama, pues dijo: “Soy Hijo de Dios”». 44De la misma manera los bandidos que estaban crucificados con él lo insultaban. 

Muerte de Jesús

45Desde la hora sexta hasta la hora nona vinieron tinieblas sobre toda la tierra. 46A la hora nona, Jesús gritó con voz potente: Elí, Elí, lemá sabaqtaní (es decir: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»). 47Al oírlo algunos de los que estaban allí dijeron: «Está llamando a Elías». 48Enseguida uno de ellos fue corriendo, cogió una esponja empapada en vinagre y, sujetándola en una caña, le dio de beber. 49Los demás decían: «Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo». 

50Jesús, gritando de nuevo con voz potente, exhaló el espíritu. 51Entonces el velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se resquebrajaron, 52las tumbas se abrieron y muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron 53y, saliendo de las tumbas después que él resucitó, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a muchos. 

54El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba, dijeron aterrorizados: «Verdaderamente este era Hijo de Dios». 

55Había allí muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirlo; 56entre ellas, María la Magdalena y María, la madre de Santiago y José, y la madre de los hijos de Zebedeo. 

Sepultura de Jesús

57Al anochecer llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de Jesús. 58Este acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que se lo entregaran. 59José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, 60lo puso en su sepulcro nuevo que se había excavado en la roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó. 61María la Magdalena y la otra María se quedaron allí sentadas enfrente del sepulcro. 

62A la mañana siguiente, pasado el día de la Preparación, acudieron en grupo los sumos sacerdotes y los fariseos a Pilato 63y le dijeron: «Señor, nos hemos acordado de que aquel impostor estando en vida anunció: “A los tres días resucitaré”. 64Por eso ordena que vigilen el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vayan sus discípulos, se lleven el cuerpo y digan al pueblo: “Ha resucitado de entre los muertos”. La última impostura sería peor que la primera». 65Pilato contestó: «Ahí tenéis la guardia: id vosotros y asegurad la vigilancia como sabéis». 66Ellos aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y colocando la guardia.

Comentario a las lecturas y evangelio del Domingo de Ramos de 2023

Las lecturas domingo de ramos nos recuerdan la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén.

La imagen que nos muestra el evangelio, de Jesús entrando en Jerusalén sobre un asno es de mansedumbre y servicio. Jesús se presenta como el Mesías, pero un Mesías relacionado con el siervo de Yahvé que nos presenta la primera lectura. Jesús encarna los valores de la pobreza y la humildad, el relato de la pasión estará marcado por estas imágenes de mansedumbre, paso a paso, hacia la cruz.

La multitud aclama la llegada de Jesús, es la esperanza del oprimido. Sin embargo, toda esta gente anónima, y los discípulos de nombre, se desilusionarán y abandonarán. El Reino de Jesús no es de dominio y riqueza.

En las lecturas domingo de ramos de este 2023, tenemos también el himno cristológico de la carta a los filipenses, donde nos presenta la persona de Jesús como humilde de corazón y pobre en extremo, para que podamos reconocernos en él.

Reflexión a las lecturas del Domingo de Ramos de 2023

Con estas lecturas domingo de ramos comenzamos la Semana Santa de 2023. Una semana que puede ser la más intensa del año. a modo de reflexión ofrecemos estas preguntas:

  • ¿Cómo acogemos a Jesús? ¿con esperanza o desilusionados?
  • La pasión sigue hoy en día ¿qué ejemplos conozco de sufrimiento e injusticia?
  • ¿Cómo puedo acompañar a Jesús en esta semana santa que comienza?

Estas lecturas del Domingo de Ramos de 2023 suponen la oportunidad de realizar una reflexión profunda sobre los misterios de nuestra fe.

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