2. La oración de Jesús. Orar como Jesús oró
El evangelio está lleno de situaciones en las que Jesús ora, Jesús nos enseña a orar, vamos a analizar cómo es la oración de Jesús para aprender de ella.
Hay numerosas razones, por las que debemos emprender un camino de oración, como el realizarnos como personas o para encontrar el sentido de la existencia. Pero, sobre todo, para nosotros, cristianos, hay una causa fundamental para nuestra oración: oramos porque Jesús oró.
Cuando intentamos conocer mejor a Jesús y leemos el Evangelio, para seguir sus hechos y palabras, nos damos cuenta que los cuatro evangelios están llenos de situaciones, de relatos, que tratan de la oración. Momentos en los que Jesús se encuentra dirigiéndose al Padre, en clave orante y momentos en los que Jesús prodiga a los que le siguen enseñanzas sobre la oración. La razón última de nuestra oración es seguir los pasos de Jesús en su relación con Dios.
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Oramos porque Jesús oró
En cualquier faceta de nuestra vida, Jesús se nos presenta como Maestro, como Modelo. «Para reflexionar y contemplar el misterio de Cristo hemos de mirarle a Él para descubrir qué dice, qué hace, que nos puede comunicar a cada uno de nosotros».
Hay muchos maestros de espiritualidad, de oración, pero el verdadero gran Maestro de oración es Jesús. Vamos a intentar aprender de Él y aplicar sus enseñanzas a nuestra vida de oración.
Nos fijamos en la oración de Jesús
¿ Dónde hacía Jesús oración ?
La oración de Jesús como Judío
Jesús era judío, pertenecía al Pueblo de Israel. Sabemos que todo judío estaba obligado a subir al Templo de Jerusalén tres veces al año, con motivo de tres fiestas, de la Pascua, de Pentecostés y de las Tiendas. Jesús niño subiría varias veces, a Jerusalén, acompañado de sus padres para rezar en el Templo, según prescribía la Ley de Moisés. El evangelista San Lucas, en los relatos de infancia, cuenta el episodio de los doctores del Templo. (Lc 2, 41ss).
Podemos suponer, que acompañaría a San José, desde la edad permitida, a rezar en la sinagoga. Más tarde, ya en su vida pública, los evangelios nos narran algunas ocasiones, en las que Jesús estaba en la sinagoga, (Mc 6, 1-6 ; Lc 4, 16-22), y enseñaba.
La oración de Jesús adulto
Jesús va a establecer una gran novedad, respecto a la práctica judía, los verdaderos orantes no necesitarán del templo, de la sinagoga, de los lugares establecidos por la ley, para encontrarse con Dios (Jn 4, 19-24). En el diálogo con la samaritana, Jesús le explicará la posibilidad de orar a Dios, en cualquier lugar.
Jesús inaugura un nuevo tipo de oración, fuera de las construcciones especialmente dedicadas al culto. Va a causar una auténtica revolución cuando anuncie la destrucción del Templo de Jerusalén y cuando se identifica con el Templo. «En tres días será reconstruido», hablando de su resurrección. Desde el momento de la resurrección de Jesús, el lugar de encuentro con Dios se realiza en la Persona de Jesús. Jesucristo es el verdadero templo, donde establecemos nuestra relación con el Padre.
Los actos de Jesús eran acordes a sus palabras, por lo tanto vemos que rezaba en cualquier lugar, pero especialmente en lugares solitarios. Sus discípulos estaban acostumbrados a encontrarle en estos lugares. (Mc 1, 35; Mc 1, 45)
A veces invitaba a sus amigos a apartarse con Él para hacer oración (Lc 9, 10) Le agradaba rezar en contacto con la naturaleza, en el huerto de los olivos, lugar habitual de la oración de Jesús. También subía al monte a orar (Lc 9, 28 ss).
¿Cuándo hacía Jesús oración?
Al igual que decíamos que Jesús rezó en los lugares designados por la tradición judía, también podemos decir que rezaba en los momentos prescritos por la ley, en el Sabat, en los días de fiesta, en las bendiciones, etc… Pero la oración de Jesús, según nos muestran los evangelios era mucho más amplia, estaba extendida a toda su vida, más bien podríamos decir, que envolvía toda su vida. La oración de Jesús no se limita a unos tiempos y espacios concretos, sino que empapa toda su vida.
La oración acompaña todas las decisiones y acontecimientos de la vida de Jesús, los momentos decisivos de su vida:
- En el Bautismo (Lc 3, 21-22) «Bautizado también Jesús y puesto en oración, bajó sobre Él el Espíritu Santo»
- En la elección de sus discípulos: Lc 6, 12
- Antes de la multiplicación de los panes: Mc 6, 41
- En la Transfiguración : Lc 9, 28 » Subió al monte a orar»
- Antes de la confesión de Pedro, mostrándose preocupado: Lc 9, 18 «¿Quién dice la gente que soy yo ?»
- Antes de la resurrección de su querido amigo Lázaro: Jn 11, 41
- Pidiendo fuerzas para cumplir la voluntad del Padre, en Getsemaní: Mt 26, 36-44
- En la última cena, en la despedida de sus discípulos, con la gran oración sacerdotal: Jn 17, 1ss
- En los últimos momentos de su vida, en la cruz: Lc 23, 46.
Podríamos continuar enumerando todos los momentos de la vida de Jesús, ya que rezaba en todo momento, toda su vida era oración, relación con el Padre.
La oración de Jesús estaba marcada por el ritmo de su existencia e ilumina todas sus acciones.
¿ Cómo hacía Jesús oración?
Jesús reza con total sencillez y espontaneidad, su oración brota del interior del hombre: Mt 11, 25 » Yo te bendigo Padre, Señor del cielo y de la tierra…» Nos invita a que oremos en «espíritu y verdad» (Jn 4, 21-24 ).
En su oración siempre se dirige a Dios como Padre. Jesús se relaciona con su padre, lleno de confianza, al mismo tiempo que siempre dispuesto a la obediencia. Jesús llama continuamente «Abba» (papá) a Dios en la oración, dando a entender una intimidad y confianza inauditas. El Nuevo Testamento se escribió en griego; sin embargo, encontramos la invocación aramea «Abba» en el Evangelio (Mc 14, 36) y en las cartas de Pablo (Rom 8, 15; Gal 4, 6), usada en la oración cristiana como un eco de la plegaria de Jesús.
Válido para todos
Abba, para Jesús, más que un título, es una experiencia. No manifiesta sólo una concepción de Dios; es una manera de entenderse a sí mismo: si Dios es el Padre, Jesús es su Hijo. Jesús se comprende a sí mismo en total dependencia de Dios, del que todo lo recibe, y como total apertura a Dios:» Mi alimento es hacer la voluntad del Padre que me envió» (Jn 4, 34). Revela a Dios, su misterio, porque se le ha manifestado como su Padre y le ha abierto el corazón.
Ante la petición de los discípulos de que les enseñe a orar, Jesús responde a los suyos enseñándoles a llamar «Abba» a Dios, como él mismo hacía. Invita a los suyos a vivir su misma experiencia, a compartir sus sentimientos, a participar ellos también de su peculiar relación con su Padre. Ésta es la única ocasión en que no distingue entre «mi» y «vuestro» Padre, sino que se une a cada uno de nosotros para decir «Padrenuestro».
Si hacemos esta experiencia de filiación con el Padre, nuestra oración, como la de Jesús, se convertirá en una necesidad.
Características de la oración de Jesús
Generalmente, Jesús reza en lo secreto, en el silencio, en la soledad. Su oración está identificada con la vida, es un gesto permanente, pero siempre nuevo y sorprendente, de total confianza.
Si quisiéramos analizar la oración de Jesús, podríamos distinguir, tres momentos progresivos que se traslucen de su actitud orante:
1º Es un encuentro con el Padre, ya hemos visto la importancia de llamar «Abba» a Dios, con todo el significado de cercanía, de gratuidad, de filiación.
2º En este encuentro va descubriendo la voluntad de Dios sobre Él, se da cuenta de su propia vocación, responde con la adhesión a la voluntad del Padre ( Mt 26, 39).
Toda su vida es como un ir hacia el fín último, para el que ha sido enviado: la Cruz y la Resurrección.
3º Su estrecha relación con el Padre y el descubrimiento de su vocación le impulsan a proclamar la Buena Nueva de la salvación. Se identifica con su misión: proclamar el Reino (curar enfermos, cojos, ciegos, sanar a los pecadores, etc). Es la apertura y el don a todos los hombres. Jesús anuncia la Buena Nueva y él es la Buena Nueva.
Enseñanzas de Jesús sobre la oración
La intimidad de los discípulos con Jesús, les lleva a darse cuenta de que dedica largos tiempos a la oración, que de la oración sale transformado. Se van a atrever a pedirle que les enseñe a orar, pues ven que en esa relación orante, Jesús saca fuerzas para vivir de un modo totalmente diferente, más libre, con más capacidad de amar.
Citas de Jesús de ejemplo sobre la oración
A lo largo de los evangelios, Jesús da numerosas enseñanzas sobre la oración, lo mejor será leerlas y meditarlas. Destacaremos algunas:
- Orar para no caer en la tentación: Mt 26, 41 “Velad y orad, para que no caigáis en la tentación”
- Orar constantemente, sin desanimarse: Lc 18, 1-8
- Con fe auténtica: Mc 11, 22-23 “Tened fe en Dios. Yo os aseguro que quien diga a este monte: ´Quítate y arrójate al mar´, y no vacile en su corazón sino que crea que va a suceder lo que dice, lo obtendrá”.
- Rezar para pedir el espíritu Santo: Lc 11,13
- Orar para cumplir la voluntad de Dios: Lc 22, 41-42
- Orar con confianza: Mt 7, 7 “Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y os abrirán”
- Rezar por los perseguidores: Mt 5, 44
- Orar para perdonar: Mc 11, 25; Lc 23, 34
- Orar en lo escondido: Mt 6, 6
- Pedir en el nombre de Jesús: Jn 14, 13 “Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo os lo daré, para que el padre sea glorificado en el Hijo”.
- Orar por los amigos: Jn 11, 41-42; Lc 22, 31-32
- Orar en grupo: Mt 18, 19 “Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que sea, lo conseguirán de mi padre que está en los cielos”.
- Rezar siempre: Lc 21, 36 “Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza,…”
Orar en Cristo Jesús
Jesucristo es el camino hacia el Padre. Vino a indicarnos el camino, pero él mismo es el Camino que conduce al Padre.
Jesús dijo que todo lo que pidiéramos en su nombre, lo obtendríamos. La oración cristiana pasa por Jesús, pasa por la persona de Cristo. Cuántas veces hemos oído en las celebraciones litúrgicas, finalizar una oración diciendo: » por Jesucristo Nuestro Señor…». Nuestra oración debe pasar por Jesús, es Él quien nos establece en la auténtica filiación con Dios Padre, como verdaderos hijos de Dios.
Rezar para nosotros es dejarnos invadir por el Espíritu de Jesús para que nos identifique con Él y nos arrastre hacia el Padre. La experiencia fundamental de todo cristiano será poder gritar unido a Cristo: “Abba», ¡Papá!.