3. La oración, experiencia de encuentro con Dios
La oración proporciona una experiencia personal de encuentro con Dios. En este tema del taller de oración, trataremos las diversas formas o modos de orar, en las que la oración cristiana se ha ido explicitando a lo largo de los tiempos, desde el punto de vista de experiencia de encuentro.
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La oración cristiana, experiencia de encuentro con Dios
El adentrarnos en un tema tan amplio como es el de la oración, es situarnos en lo esencial de la vida. Hombres y mujeres que descubrimos nuestra dimensión de lo religioso, la situación personal y social respecto a Dios, y de nuestra vida como cristianos.
Cuando queremos orar nuestro único guía y maestro es el mismo Jesucristo, quien inicia a la oración, con la pedagogía del diálogo que hace en el PADRE NUESTRO (Lc 11, 1-4; Mt 6, 9-13). En esta oración, Jesús establece una relación sencilla de dialogo. Diálogo entre Jesús cuando empieza y continua en plural «Padre nuestro…», y el Padre que toma la actitud de escucha.
Si esta oración es fundamental para el inicio de una vida de oración, de los que preguntan cómo se ora, tenemos que conocer que en toda experiencia de oración, hay un momento centrante entre la persona y Dios, llamándose este momento ENCUENTRO.
Todo dialogo es una relación interpersonal, que puede ser más o menos intensa, dependiendo de la dinámica propia q. Presentamos la dinámica que se da en todo verdadero encuentro:
A. PRE-ENCUENTRO
Nada es casualidad, solemos decir, cuando estamos abiertos a ciertos acontecimientos, que nacen de un deseo interior, consciente o inconsciente, y así, puede que sucedan de una manera u otra. Pues bien, el deseo interior de estar con Dios, de conocerlo, de desear una relación especial, es lo primero que motiva un encuentro y lo condiciona, creándose un tiempo intermedio hasta su realización, que será el momento de encuentro, llamado orante.
Este primer paso es la llamada «preparación a la oración», que va a estar condicionado:
- por la amplitud, es decir, si nuestro deseo interior está o no condicionado por un esquema previo de cómo debe ser este «encuentro»: si se tienen prejuicios o no sobre la oración, sobre lo religioso.
- por la intensidad de este deseo interior de búsqueda de una relación de amistad. En la medida que existe esta búsqueda, se va intensificando la posibilidad de un verdadero encuentro.
B. ENCUENTRO
Con todas sus consecuencias, la oración cristiana es una experiencia de encuentro. Solo podemos poner definición a la oración, desde la experiencia.
Así, tenemos la definición experiencial de Teresa de Jesús, cuando dice que la oración es «estar muchas veces a solas con quien sabemos nos ama» (Libro de la Vida 8, 5); este «estar”, significa entrar en relación, con su sentido propio de dejarse encontrar con Jesucristo, para iniciar un camino nuevo de vida, donde importa el saber:
- con quién me estoy relacionando,
- el lugar que deseo, donde me siento bien,
- el cómo quiero que sea esta relación,
- y el tiempo que estoy dispuesto a «estar».
C. POST-ENCUENTRO
La persona que ora es porque descubre que no está sola, que camina con quien quiere a través de los acontecimientos de la vida y se le despierta el compromiso de ser persona abierta a la relación, el saber estar con su ambiente social. Esta etapa es la misma vida, donde la oración entra dentro de lo cotidiano; dicho de otra manera más gráfica, sería cuando la oración entra dentro de nuestra propia agenda.
Podemos ir en nuestro discurso aún más lejos, cuando afirmamos que el compromiso de un cristiano sin oración puede ser vacío, funcionarial y estéril, si no descubre que toda opción y compromiso nace de ser compartido con el mismo Jesucristo. Por medio de esta relación de encuentro se da una transmisión de valores y dones para vivir.
Formas para hacer de la oración experiencia de encuentro
No queremos buscar un esquema sin antes situarnos en los modos que la comunidad cristiana ha empleado para enseñar o para orar hasta nuestros días. Podemos seguir iniciándonos en la oración cristiana descubriendo cómo otros lo ha han hecho y lo siguen haciendo actualmente.
Oración vocal
La oración vocal ora e interioriza con unas fórmulas ya establecidas por otros. Este tipo de oración es asumida como propia para establecer un diálogo muy sencillo y muy complejo al mismo tiempo, entre la persona y Dios. Decimos un diálogo:
- sencillo, porque este tipo de oración consiste en repetir;
- complejo, porque muchas veces cuesta asumir como propio lo que se nos presenta para orar.
La sencillez y complejidad de este modo de orar pueden ser asumidas cuando nos servimos de la oración vocal para educar nuestra capacidad de relacionarnos. La oración vocal es educativa al introducirnos y practicar en:
Formas de ejercitar la oración vocal
La escucha, de cómo saber acoger lo que dicen o lo que han dicho otras personas. Este paso de acogida en la escucha supone que me debo fiar de estas personas, de ponerme en la misma situación. Se trata de dejar que resuene en mí la voz que otros dicen y así repetir fórmulas de canto, alabanza o plegarias elaboradas por la comunidad cristiana y se expresan con lo que han hecho otros orantes.
Decir, hablar o cantar: sería expresar como mío aquello que los otros dicen. Este rasgo supone aceptar que orar es aprender a decir -proclamar o hablar- aquello que quiero vivir con otros.
Pensar: a través de lo que acojo (escucho) y aquello que recito (digo, repito o canto) puedo aprender a pensar y sentir de una manera más o menos intensa. Podemos tener oraciones vocales para ayudarnos a pensar, llegando a la oración de meditación, y a continuación, a la contemplación en la cual ya no se piensa.
Compartir: Cuando recito o repito una oración, se hace más que mía, es la voz de la comunidad. Este modo de orar puede que nos una en el corazón con palabras comunes.
Ejemplos de oración vocal
Cuando recitamos o repetimos solos, en grupo o en asambleas el «Padre nuestro…». Podemos comprobar cómo sólo con repetir una oración sabida nos puede poner en un estado de ánimo de relación, de presencia de Dios.
La oración vocal tradicional del Rosario es un modo de orar que se identifica con todo lo mencionado.
Meditación
La oración de meditación o meditativa es cuando empleamos un tiempo sobre lo que se ha leído, escuchado o recordado de algún acontecimiento que ha podido suceder personalmente o a otra persona. Puede tener un método característico o no, según la meditación-reflexión que se haga.
El meditar significa que el encuentro orante con Dios es intelectual o, también, recrea la imaginación, donde el orante piensa o imagina de una manera intensa los mensajes que giran en torno a su vida como experiencia de fe. Pero cuando decimos intelectual, tiene un sentido amplio porque la meditación se da cuando se desborda nuestra comprensión racionalista de los acontecimientos o conceptos y entra en un plano sobrenatural para dar sentido a lo que siente, cree, vive o espera.
La meditación forja personas liberadas de sí mismas, porque experimentan la cercanía de Dios en su vida y aún dan sentido a los acontecimientos cotidianos por entrar en contacto con la vida o actitudes de Jesús, de aquí que la meditación puede llevar a un cambio de ideas, pensamientos y actitudes…
Ejemplos de meditación
Podemos rezar el Padre Nuestro meditado: cuando le dedicamos un espacio y tiempo de reflexión. Al dirigirnos a Dios como «Padre» podemos tener la experiencia orante:
- adentrarnos en la imagen del Dios cristiano
- descubrir que cuando ora el cristiano no lo hace sólo, lo vive con toda la comunidad cristiana, porque ora en plural, a «nuestro Padre»
- descubrir que nuestra experiencia de fe es creer que Dios está en «el cielo y en la tierra», y esto puedo vivirlo cuando me doy cuenta que Dios está en mi vida, en la vida de todos los hombres y mujeres
- que puedo hacer el cielo en la tierra, cuando se ama…
- y así seguir meditando lo que puede decir la oración de Jesús…
Contemplación
La contemplación o la oración contemplativa es fin o memoria de la meditación. Contemplar es meditar la vida desde una mirada a la Verdad, cuando el orante descubre a Jesucristo como compañero de camino por la vida. Este tipo de oración está fuera de todo esquema o parecido, al no poderse amoldar la vida al orante, sino que la vida se hace oración.
La contemplación es mirar a Jesucristo y dejarse mirar por Él continuamente. Es una situación de encuentro con Dios que hace tener una visión de la vida realista, en cuanto es vista desde un sentido cristiano; es decir, el realismo del contemplativo es de lupa, de ahí que su capacidad de sorpresa sea grande, que le lleve a dejarse conducir por el Dios que cree. La oración contemplativa, es una experiencia de abandono activo y comprometido con Dios en la vida. La contemplación es un estilo o una forma de vivir de la persona, donde Dios siempre, siempre está presente.
Iniciarse en el proceso de contemplación
El modo de tener una cierta certeza en poder orar como contemplativo, sabiendo que todo encuentro con Dios es un proceso de maduración de amistad, y de donde se dan unos pasos cuando se inicia en la contemplación, pueden ser:
Primer paso: Dejarse amar, es el elemento activo que da sentido a la capacidad de amor que tiene cada uno o está dispuesto a dar.
Segundo paso: Amar a los otros como Dios quiere que sean amados y no según mis convicciones, ideales o buenos deseos.
Tercer paso: Identificarse con el otro como Dios está con uno mismo, hasta dar la vida por el otro, reir y sufrir con el otro…
Estos son los pasos de iniciación de vida cristiana en la contemplación, donde se llega a solo querer y poder mirar a Jesucristo y dejarse mirar por Él, dejarse transformar y enriquecer en su compañía.
La oración contemplativa hace a la persona orante adquirir un «talante» de vida característico. Percibe, discierne y decide los acontecimientos que ocurren en su vida y en la de los demás, porque se hace sensible de una manera particular a todo cuanto le rodea: personas, naturaleza, casa, amigos, enemigos, situaciones de conflicto, de armonía y paz.
Contemplar es gustar, saborear la vida, como regalo continuo de Dios. Dios se hace presente en todo lo que es la persona: pensamientos, sentimientos, deseos, ideales y en su visión de la realidad.
Ejemplos de contemplación
Orar de una manera contemplativa el «Padre nuestro…» sería perderse en la aventura de la oración, dentro de los sentimientos de Dios como Padre; este Padre que siempre va por delante de mi vida, que nos acompaña en el dolor de la enfermedad, en el fracaso y en el éxito; sintiéndome animado, cuidado y acompañado por El. Esta oración es donde la vida del cristiano se hace oración del «Padre nuestro», va realizandose en persona, lo que se dice y medita en la propia vida personal, de grupo, de Iglesia; etc…
Conclusión sobre las formas de orar
A modo de conclusión podemos decir que estos tres modos tradicionales de cómo los cristianos han orado, a lo largo de la historia, se hacen novedosos cuando uno percibe o encuentra que las dinámicas o movimientos de oración más característicos de nuestro tiempo asumen estos modos de orar como propios.
No olvidemos que cuando un cristiano se lanza a la búsqueda de Dios con la oración, sabe que no puede ir sólo y, por tanto, es necesario dejarse acompañar y educar, por la experiencia de la Iglesia, para «encontrarse» con el verdadero rostro de Dios, no cayendo en la tentación continua de hacer un Dios a nuestra medida.