El secreto mesiánico en el Evangelio de Marcos

Revelando la identidad de Jesús

El hilo conductor y unificador de la obra de Marcos es la revelación de la identidad de Jesús. Y dentro de este objetivo tiene importancia lo que los biblistas han llamado «el secreto mesiánico».

El evangelista se propone mostrar de una manera progresiva que Jesús de Nazaret es realmente el Mesías esperado, aunque con unas características muy diferentes de la imagen judía que se tenía del mesías en aquel momento.

De esta forma, el evangelio está construido en torno a una pregunta: ¿quién es este hombre? (Ver en Mc 2,7; 4, 41; 6, 4; 6, 14-16, 8, 27-29)

¿Por qué Jesús manda callar a quien le reconoce como Hijo de Dios?

Desde el comienzo el autor despeja la pregunta ante el lector externo, y le llamará «Cristo» o «Mesías», o «Hijo de Dios», pero los personajes del relato permanecerán en la incertidumbre. Jesús incluso colaborará en mantener esas dudas, pidiendo a todo el que le reconoce que calle sobre su descubrimiento. Es lo que se conoce como «secreto mesiánico.»

Primero son los demonios los que le reconocen como «Cristo» o «Santo de Dios», después es Pedro y los discípulos presentes en el relato de la transfiguración.

Jesús manda a los que reciben sus curaciones que callen, busca desiertos para impartir su enseñanza…

Desde la entrada a Jerusalén las dudas respecto a la identidad de Jesús se recrudecen, hasta el punto de dividir a la ciudad.

Jesús revelará su identidad frente al sumo sacerdote: el Cristo, el Hijo de Dios (Mc 14, 61-65), y será en la cruz, tras su muerte cuando el centurión romano, un pagano, confiesa «¡verdaderamente era hijo de Dios!»

El relato, aún desvelando todo, nos invita a ser partícipes de ese descubrimiento progresivo. Además, no son los milagros los que deben explicarnos quién es Jesús, y solo podemos tener la respuesta hasta que hayamos contemplado el cuadro completo.

(Este artículo es un contenido de apoyo a la lectura del Evangelio de Marcos)