Desarrollo del plan de Espiritualidad
Pasamos a desarrollar el plan de espiritualidad con los objetivos generales del plan, descripción de los contenidos y a continuación, para cada etapas, detalle de objetivos y contenidos.
Los elementos del Plan serán indicadores. Los grupos los tomarán como pistas a seguir. Son orientaciones, puntos de apoyo, para que cada grupo, evaluando su propia situación, utilice el Plan como ayuda para fortalecer la espiritualidad de sus jóvenes.
Índice de la página:
Explicación del contenido del plan de espiritualidad
Objetivos
El objetivo principal del plan es presentar a los jóvenes la espiritualidad como un auténtico valor necesario para vivir su vida cristiana en plenitud.
Frente a las condiciones adversas y materialistas de nuestra sociedad actual, se quiere ofrecer la espiritualidad como un valor humano para desarrollarse íntegramente como persona.
Con la ayuda de la espiritualidad se llevará al joven a descubrir lo Transcendental, a realizar la experiencia de Dios en su vida.
El plan de espiritualidad intentará suscitar, por parte del joven, la búsqueda personal de Dios y establecer una relación de tú a tú en su interior, si no todo quedará en la periferia y no ahondará.
El trato con Cristo será el centro de la espiritualidad del joven, ya que al Dios de la fe sólo lo conocemos en Cristo, porque sólo Él es la imagen perfecta y adecuada del Padre. Por tanto centrar la mirada en Cristo para conocer a Dios.
La relación con Dios-Amor, Dios Trinitario, al que buscará en la oración, encontrará en los sacramentos y se le revelará en su Palabra, le llevará también a una comunicación en profundidad con el mundo que le rodea, con los demás. Estar convencido de que viviendo en Espíritu y Verdad se goza de todo en plenitud.
El plan pretende una espiritualidad cristiana que haga crecer en humanidad, que potencie a la persona y no aleje a los jóvenes de los problemas concretos de cada día.
Esta vivencia de la fe, aunque es una vivencia personal, llevará al joven a descubrir la dimensión comunitaria. Será en primer lugar el grupo y posteriormente la parroquia quien le lleven a abrirse a la Iglesia Diocesana y también a la Universal. La espiritualidad conducirá a los jóvenes a celebrar gozosamente, en comunión y en profundidad, los sacramentos, las fiestas dominicales, los tiempos litúrgicos y a sentirse como parte implicada en la marcha de su comunidad.
Este plan de espiritualidad ayudará a concretar la fe en Cristo en un estilo de vida: el estilo de vida de Jesús. “Los que son movidos por el espíritu de Dios, estos son hijos de Dios.”
Contenidos
Nuestro plan de espiritualidad Iuvenes está basado en tres pilares que consideramos fundamentales: Oración, Palabra y Sacramentos. Los tres indispensables en cualquiera de las etapas del Plan.
El conocimiento de la Biblia tiene un lugar muy importante en el desarrollo de la vida espiritual. En la Escritura encontramos a Dios que se nos revela y vamos descubriendo su misterio. La lectura y el estudio de la Biblia nos van educando a la escucha de la Palabra. Palabra de Dios que “se ha hecho carne” en Jesucristo y gracias al cual Dios invisible se nos ha revelado.
La vida espiritual es semejante a la vida corporal, necesita alimentarse, los sacramentos proporcionan este alimento, desarrollan la vida divina en nosotros, ocupando la Eucaristía un lugar central.
La oración como relación personal con Dios, basada en el amor que Dios nos tiene y en la respuesta que damos a ese amor. La oración, ya sea personal o comunitaria, es necesaria para vivir según el Espíritu de Jesús. Dios nos elige y nos llama a una comunión de vida con Él.
Para los contenidos del plan hemos tenido en cuenta las líneas marcadas por la Conferencia Episcopal Española en el punto referido a una espiritualidad que integre la fe y la vida.
Es fundamental ayudar a los jóvenes en la búsqueda de una auténtica espiritualidad que integre la fe en toda la vida del joven, en su vida afectiva, en su vida familiar, de trabajo, de diversión, de compromiso, que desarrolle el sentido de la vida en la comunidad cristiana como fraternidad; y que por su experiencia de oración y vida sacramental puedan ser contemplativos en la acción; que ayude a aceptar la propia experiencia de fracaso y de pecado a la luz de la misericordia del Padre, manifestada en la Cruz de Cristo. Espiritualidad que lleve a manifestar la fe en obras, huyendo de toda privatización de la fe y buscando la unidad de conciencia.
En la formación de esta espiritualidad no han de faltar los elementos más genuinos de la fe cristiana:
- el misterio de nuestra comunión de fe y amor con el Padre por Cristo en el Espíritu Santo.
- la devoción a María, madre de la Iglesia y modelo de la vida de fe;
- el sentido de comunión con la Iglesia y la participación en su acción evangelizadora;
- la participación en la liturgia, especialmente en los sacramentos de Reconciliación y de la Eucaristía;
- la vida de oración;
- la alegría como manifestación de la salvación;
- la aceptación cristiana de la cruz en la propia vida;
- el compromiso en la práctica del mandamiento nuevo del amor fraterno de unión con Cristo.
Etapas
Las etapas a seguir coinciden con las ya propuestas en el Plan de Formación: Iniciación, Profundización y Compromiso.
Estas etapas tienen un significado metodológico, no cronológico. Es decir, se señalan para poder seguir un orden, que no significa estar sujetos a tiempos estrictos.
Pasamos a explicarlas a continuación. En cada etapa, por seguir un método, comenzamos fijando unos objetivos, explicándolos, y señalando algunos medios para conseguirlos. Algunos objetivos o medios, por su importancia, son repetidos en más de una etapa.
Etapa de Iniciación
Objetivos del plan de espiritualidad para la etapa de iniciación
DESCUBRIR LA PROPIA INTERIORIDAD
Para establecer el equilibrio personal en una sociedad que estimula los sentidos, principalmente, hacia el exterior, hay que educar a la interioridad.
El adolescente o joven, debe llegar a conocer, que para vivir la autenticidad del ser persona, necesita un encuentro consigo mismo. El descubrimiento de su yo interior le ayudará en las relaciones de apertura al otro, a los otros.
Sin llegar a caer en una dualidad de cuerpo y de espíritu, en nuestra cultura que rinde un culto excesivo al cuerpo, a lo superficial, se enseñará a reconocer que los grandes valores nacen dentro de la persona. Es una etapa importante para invitar a la reflexión sobre la gran dignidad de la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios.
El encuentro consigo mismo le ayudará en la relación con los demás y en su relación con Dios.
Un encuentro personal con Cristo le dará la fuerza para continuar el camino comenzado. Cristo, verdadero rostro de Dios, que revela el hombre al hombre, descubrirá al joven su verdadera dignidad de persona.
ACOGER EL AMOR GRATUITO DE DIOS Y SABERSE HABITADO POR EL ESPÍRITU: INTRODUCCIÓN A LA ORACIÓN PERSONAL
Dios nos ama el primero. El joven irá tomando conciencia de esa llamada inicial de Dios a todo hombre, a través de los acontecimientos diarios y de la experiencia en su vida, de un Dios que le ama. En su respuesta personal, se le orientará a comenzar un camino de oración con Dios que es Padre y cuyo amor se ha manifestado en Jesús. Esta relación de amor y amistad se fortalecerá, sabiendo que por el Bautismo, es Hijo de Dios, partícipe de la vida divina y que el Espíritu Santo vive en él.
Dios se nos hace presente en los Sacramentos. Los Sacramentos de iniciación cristiana (Bautismo, Eucaristía y Confirmación) dan los medios, difunden la gracia para caminar en el seguimiento de Cristo, cuyas enseñanzas irá conociendo en los Evangelios.
María, modelo de la cogida total del Amor gratuito de Dios, ayudará en estos comienzos.
ACEPTAR LA NECESIDAD DE COMPARTIR LA FE Y CELEBRARLA EN GRUPO
El conocimiento de sí mismo y el conocimiento de los demás conllevan la necesidad de comunicación, de ir al encuentro, de estar abiertos a la relación. Si el grupo es importante para el desarrollo de la personalidad del joven, no es menos importante para el crecimiento y la maduración de su fe. En el grupo, el adolescente-jóven sentirá que ser cristiano es abrirse a los demás y que la fe es más auténtica cuando se comparte.
El don recibido de Dios, lo celebrará como regalo, en primer lugar y más fácilmente en su grupo. Pero, poco a poco, se irá abriendo a la Iglesia y solidarizándose con otras realidades.
Medios para iniciarse en la espiritualidad
1º – Dinámicas para el propio conocimiento y que ayuden a la interioridad. (Técnicas, p.e., Ventana de Johari).
2º – Comenzar a familiarizarse con la Biblia utilizando citas del Evangelio u otros relatos bíblicos en relación con los temas tratados.
3º – Favorecer la oración personal y de grupo.
Iniciar a la oración mediante cursillos, charlas, etc.
En cada reunión, la oración tendrá un lugar destacado.
4º – Preparación de Eucaristías en grupos de jóvenes, muy participativas y explicando las distintas partes de la celebración
En algún momento litúrgico, se puede celebrar un acto penitencial para jóvenes.
5º – Convivencias que favorezcan momentos para educar al silencio y a la reflexión personal, a la vez que son lugar privilegiado para el encuentro, la amistad y el compartir.
Etapa de profundización
Objetivos del plan de espiritualidad para la etapa de profundización
ADQUIRIR UN HÁBITO DE ORACIÓN PERSONAL
La experiencia cotidiana del amor de Dios, de un Dios cercano, tan cercano que está en lo más íntimo de nosotros mismos, facilitará la relación personal, de tú a tú. La oración es indispensable para la vida del cristiano. Igual que el cuerpo humano necesita del alimento para desarrollarse, así nuestro espíritu necesita de la oración como el cuerpo del aire para respirar. El encuentro con Jesús en la oración nos va transformando y haciéndonos semejantes a Él.
Orientaremos a los jóvenes para que vivan la oración como el encuentro entre dos amores, el Amor de Dios que nos llama y espera, y el amor humano que busca y responde. Si se establece una relación personal, la oración creará hábito: la necesidad de volver a encontrarse con Jesús Amigo y Maestro.
En estos periodos pueden presentarse ciertas dificultades: falta de tiempo, aburrimiento, no siento nada, etc., por lo que es muy importante la enseñanza sobre la fe en la oración. Es la fe la que permite el verdadero encuentro oracional con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Ayudarles a que se den cuenta de que ya el deseo de orar o de amar es indicio de que Dios está llamando e invitando, “porque de Él nos viene el querer y el poder” . Hacerles descubrir que la “oración de deseo” tan importante en muchas ocasiones en que no es posible hacer otra cosa que el puro deseo de orar.
VIVIR EL MISTERIO DE FE EN LOS SACRAMENTOS
Profundizar, progresivamente, en el Misterio de los Sacramentos, como Don que el Padre nos hace en su Hijo Jesús, por medio de su Espíritu Santo. Los sacramentos más que el simples medios de comunicación de gracia, son actos por los cuales Cristo, por la fuerza del Espíritu y mediante acciones significativas de la Iglesia, nos alcanza, nos toca, para unirnos y asemejarnos a Él.
Por el Bautismo, nacemos a una vida nueva; vida nueva que es un “injertarnos en Cristo” y recibir el Espíritu, que se irá alimentando y fortaleciendo con los demás sacramentos, en especial la Eucaristía, fuente de toda vida cristiana. La Eucaristía es el culto perfecto “en Espíritu y verdad” . La Iglesia hace la Eucaristía, pero la Eucaristía hace a la Iglesia. El Espíritu del Resucitado es el que nos aúna.
Los Sacramentos ayudarán a vivir con mayor intensidad la vida interior y la relación con Cristo. El comulgar sacramental con Cristo nos ha de llevar a asemejarnos más con Él “teniendo sus mismos sentimientos” y por tanto, sus mismos intereses: el amor a los pobres, el deseo de recuperar a los alejados y anunciarle a los que aún no le conocen, la justicia y los derechos fundamentales de los hijos de Dios, etc.
En un momento marcado por los odios y el egoísmo, aceptar la gran misericordia de Dios que se ofrece y derrama en el Sacramento de la Reconciliación; entendido como la acogida de Cristo al hombre que reconoce su pecado, la necesidad de perdón y de renovación profunda que con sus solas fuerzas no puede alcanzar, y sólo puede recibir como don del Espíritu Santo.
Celebrar los Sacramentos como momentos de encuentro del pequeño grupo o de toda la comunidad, encuentro de la gran familia de los hijos de Dios que se reúne para festejar y dar gracias.
CELEBRAR CON ALEGRÍA LOS TIEMPOS LITÚRGICOS
Conocer el año litúrgico y seguir su ritmo en sintonía con la Iglesia.
Este objetivo servirá para conocer mejor el misterio de la vida de Cristo y sus enseñanzas, por medio de los textos litúrgicos propuestos a lo largo del año.
Las fiestas marianas pueden ser destacadas y preparadas, tomando a María como Madre y Maestra de los discípulos de su Hijo.
Se reflexionará sobre el significado de los tiempos de Adviento, Navidad, Cuaresma y sobre todo la Pascua, siendo momentos privilegiados de oración y celebración.
La vivencia de estas fiestas litúrgicas, al unirnos con el resto de los cristianos, despertará el sentimiento de unión y comunión con toda la Iglesia.
Medios para profundizar en la espiritualidad
1º – Fomentar los tiempos de desierto, de retiro.
2º – Seguir el estudio y reflexión de la Biblia, introduciendo la utilización de los salmos para la oración personal y grupal.
3º- Facilitar experiencias en lugares conocidos por su tradición oracional.
Acercamiento a los grandes maestros espirituales de todos los tiempos, así como a comunidades actuales de vida monástica.
Conocimientos de las diferentes corrientes de espiritualidad.
Peregrinaciones marianas vividas con una experiencia catequética.
4º – Presencia de personas que puedan acompañar y dirigir la vida espiritual del joven.
5º – Formación sobre los sacramentos y tiempos litúrgicos.
Etapa de compromiso
Objetivos de la etapa de compromiso
LLEVAR LA ORACIÓN A LA VIDA Y LA VIDA A LA ORACIÓN
La oración adquiere su pleno sentido al unirse con la vida. La insistencia de tomar un tiempo prefijado para dárselo a Dios en la oración es porque facilita que todo se pueda convertir en oración, en diálogo con Dios, en ofrecimiento amoroso de los acontecimientos de cada día, ya sean alegres o dolorosos.
Si se ha adquirido un hábito oracional, las actividades, incluso más banales de nuestra vida, pueden convertirse en relación continuada con Jesús, Compañero de camino. Esto llevará también a escrutar los signos de los tiempos con una actitud de fe. A la oración llevaremos los sucesos diarios para presentárselos al Señor y mediante la escucha de la Palabra, siguiendo las enseñanzas de Jesús, a sus apóstoles, llegaremos a ser contemplativos en la acción. Tener una mirada contemplativa, que trasciende, que descubre la mano amorosa del Padre, dando verdadero sentido de la historia.
SER MIEMBROS ACTIVOS, COMPROMETIDOS EN LA COMUNIDAD PARROQUIAL
Jesús nos dice «lo que habéis recibido gratis dadlo gratuitamente.»
El don recibido de Dios, no es para reservárselo unos pocos: la experiencia del Amor de Dios es verdadera cuando surge la necesidad de trasmitirlo a los demás, de aquí nacerá un compromiso.
Este compromiso puede ser orientado hacia los distintos campos de actividad parroquial: liturgia, catequesis, opción por los más pobres, etc.
El joven discípulo de Jesús se sentirá comprometido en la marcha de la Iglesia, miembro activo del Cuerpo de Cristo, responsable de sus vicisitudes. Empleará su esfuerzo, sus nuevas ideas para que la Iglesia sea una imagen, cada vez más perfecta de la presencia de Jesús entre los hombres.
ELABORAR EL PROYECTO PROPIO DE VIDA DESDE LA OPCIÓN DE SEGUIDORES DE JESUCRISTO
La pequeña comunidad cristiana que forma el grupo joven será el lugar privilegiado donde cada uno está a la escucha del Espíritu, para poder discernir la voluntad de Dios Padre sobre él.
La meditación de la Palabra, el conocimiento de Jesús, la celebración litúrgica, el camino recorrido y compartido con los hermanos, han de llevar a plantearse una opción de vida clara, con los criterios evangélicos. Será el momento propicio para que el joven pueda responder a la llamada de Jesús a un seguimiento radical en una vida consagrada en el estado religioso, sacerdotal o secular.
Podrá elaborar su proyecto de vida cristiana (individual, de pareja, de movimiento…) con la ayuda de un guía o de un acompañante en quien confíe, y ha de proyectar para vivir, para realizarse al estilo de Jesús.
Cualquier opción de vida ha de llevar a ser testigos activos y comprometidos en la sociedad actual.
En esta etapa María estará muy presente, ya que Jesús nos la propone como la que cumple perfectamente la voluntad de Dios.
Medios para comprometerse en la espiritualidad
1º – Establecer un ritmo de oración personal y de grupo, con la ayuda de la reflexión sobre texto de espiritualidad y meditación asidua de la Palabra de Dios.
2º – Formación de grupos que sean pequeñas comunidades cristianas, pudiendo seguir la metodología de revisión de vida.
3º – Colaborar en la animación de las celebraciones comunitarias e integrarse en los equipos de liturgias parroquiales.
4º – Invitación a realizar ejercicios espirituales periódicos y propuesta de la Santidad que se plasmará en un proyecto concreto de vida.
5º – Realizar actividades evangelizadoras y de compromiso social fuera del entorno eclesial.